miércoles, 18 de noviembre de 2015

Lectura y escritura exploratoria

“EL CEREBRO ADICTO"

INTRODUCCIÓN

El texto de Verónica Guerrero Mothelet acerca del cerebro adicto, trata el tema de la adicción como enfermedad y no como problema moral y falta de voluntad.

Hoy en día es más común de lo que parece la adicción al alcohol, al tabaco, a medicamentos controlados o drogas ilícitas, entre otras más, siendo el objeto de la adicción lo que cambia pero la conducta similar puesto que las adicciones producen una reacción química cerebral.

Tomando como base lo anterior, la ciencia define la adicción como una enfermedad crónica caracterizada por el abuso de una substancia teniendo conciencia de los daños adversos, la cual es tratable como otras enfermedades con la finalidad de mejorar la calidad de vida.

DESARROLLO

Las investigaciones realizadas en la década de 1930 hacían pensar a los científicos que el uso de substancias recaía en pacientes con una moralidad deficiente y sin fuerza de voluntad, siendo en un principio considerado un problema moral y no de salud propiamente. Así fue que lejos de tratar la adicción de manera preventiva y terapéutica, se aplicaba el castigo como reformatorio en los adictos.

Posteriormente, a finales de la década, se observó en imágenes cerebrales la influencia de las drogas sobre diversas áreas del cerebro y se encontró la causa física de la dependencia a la cocaína y los opioides.

Dichas imágenes explicaban el por qué los adictos no podían dejar las substancias por si solos, sino que realmente necesitaban ayuda profesional, considerando que la adicción tenía todas las características de una enfermedad crónica del cerebro, porque las drogas modifican la química, estructura y el funcionamiento de este órgano.




El abuso de substancias como la nicotina, el alcohol, la marihuana, los solventes y la cocaína tienen un efecto estimulante y altamente adictivo, provocando daños irreversibles en el sistema nervioso principalmente, elevando el riesgo de desarrollar  diversos tipos de canceres, trastornos pulmonares, cardiovasculares, cerebrales, dañando el hipocampo (la memoria y el aprendizaje), dañando el cerebelo (coordinación de movimientos), problemas cardíacos, problemas renales, entre otros.





La adicción es una enfermedad que va por etapas, en la primera etapa se utilizan las substancias para alcanzar la euforia, desencadenando el uso crónico.
Es entonces cuando el cerebro comienza a adaptarse a la sustancia y comienza la dependencia. Al desarrollar la dependencia,  el adicto ya no puede dejar de consumirla llegando a grados extremos como robar para conseguirla.

Es el abuso de las mismas las que alteran algunas zonas del cerebro como el tallo cerebral que controla el ritmo cardíaco, la respiración y el sueño; la corteza cerebral, que procesa la información sensorial y nos permite pensar, planear, resolver problemas y tomar decisiones, y el sistema límbico, donde se aloja el llamado circuito de recompensa del cerebro. Dicho sistema motiva al individuo a repetir conductas necesarias para la supervivencia y la reproducción como alimentarse y tener sexo.

Las células nerviosas se comunican por medio de sustancias químicas llamadas neurotransmisores que llevan mensajes entre ellas. Una neurona libera el neurotransmisor, que cruza un espacio interneuronal, conocido como sinapsis, y se adhiere a un receptor (una proteína) en otra neurona. Neurotransmisor y receptor embonan como una llave en una cerradura.

La estructura química de drogas como la mariguana y la heroína es tan similar a la de un neurotransmisor natural, que los receptores las aceptan como si fueran el neurotransmisor. Otras drogas, como las anfetaminas y la cocaína, hacen que se produzca una cantidad excesiva de neurotransmisores naturales o evitan que el organismo recicle el exceso de estas sustancias. En consecuencia, el mensaje interneuronal se intensifica, impidiendo una comunicación adecuada.

La mayoría de las drogas interfieren con la actividad de un neurotransmisor llamado dopamina, que desempeña un papel fundamental en las sensaciones de placer. El cerebro está condicionado a repetir conductas que permiten la supervivencia y las drogas actúan produciendo una activación mucho mayor de la que ocurre en las situaciones naturales de recompensa. El cerebro pierde la capacidad de sentir placer por las recompensas naturales, pues se acostumbra rápidamente a las dosis masivas de dopamina que se producen al consumir una droga, y lo hace reduciendo su producción natural, o bien disminuyendo la cantidad de receptores que captan la señal de este neurotransmisor. Así, cuando falta la droga el cerebro ya no cuenta con dopamina suficiente y la persona deja de disfrutar cosas naturalmente placenteras, lo que conduce a la apatía y a la depresión.

Cuando el cerebro comienza a adaptarse a altos niveles de dopamina, el individuo tiene que usar más y más droga para obtener el mismo efecto. Es decir, se desarrolla tolerancia a la droga. En el individuo que ha llegado a esta etapa, la falta de droga provoca el llamado síndrome de abstinencia, con síntomas como ansiedad, irritabilidad, náuseas, insomnio, episodios de sudoración, temblores y psicosis, y puede llevar a la muerte.

El cuerpo es uno, y lo que vemos como dependencia psicológica es una manifestación de los cambios en el cerebro, que intenta adaptarse y manejar niveles anormales de neurotransmisores. El consumo crónico de drogas deteriora el autocontrol y la capacidad de tomar decisiones adecuadas.

Existen factores de riesgo que predisponen a una persona a volverse adicto, entre ellos:
Una conducta agresiva temprana, habilidades sociales deficientes, falta de atención de los padres, amigos que consumen, pobreza, entre otras pueden desencadenar el uso de substancias.

Por el contrario, el autocontrol, las relaciones positivas, la atención de los padres y la información a tiempo pueden prevenir el problema.

Para que se desarrolle una adicción importa igual lo adictiva que sea la droga, su disponibilidad y lo aceptable que la considere la sociedad.


Son los adolescentes el grupo más vulnerable, como los adolescentes suelen tomar sus decisiones a partir de las emociones y no del juicio y el raciocinio, es más probable que abusen de las sustancias. 


Un descubrimiento, realizado en estudios con animales, en 2010, sugiere que los mismos mecanismos cerebrales que participan en la adicción a las drogas aparecen en la compulsión de comer y el consecuente desarrollo de la obesidad. En ambos casos el exceso puede provocar una descompensación en el circuito de recompensa; en los comedores compulsivos, los impulsa a buscar alimentos ricos en grasas. Esta similitud hace pensar que muchas de las compulsiones, o conductas adictivas humanas (por ejemplo, adicción al sexo y a los juegos de azar) podrían tener relación con desequilibrios de dopamina o de otros neurotransmisores. Así, aunque en principio estas conductas no sean adictivas, pueden llevar a la adicción.



CONCLUSIÓN 


Todas las adicciones pueden tener graves consecuencias para la salud y las relaciones humanas y, por tanto, para el bienestar personal, familiar y social. Este trastorno afecta varios circuitos cerebrales. No solamente el circuito que calcula la recompensa, sino también los relacionados con el aprendizaje, con la memoria, con el control de emociones, con la toma de decisiones; son varios circuitos. Todos interactúan entre sí y muestran una disfunción en el adicto. 

Dependiendo de la sustancia y del tiempo que se haya empleado, los efectos sobre la salud pueden ir de enfermedades cardiovasculares, enfisema o cáncer, al desarrollo de trastornos mentales irreversibles.

Siendo adicto se corre también el riesgo de sufrir o infligir a otras personas algún daño no intencional, o de incurrir en actos de violencia o delitos por influencia de las drogas o de la abstinencia.

El tratamiento debe definirse según la persona, el tipo de sustancia, el ambiente en que vive y sus recursos, internos y externos. No se intenta resolver únicamente el problema bioquímico, sino considerar al individuo y su contexto: su familia y su lugar de trabajo. En definitiva, se requiere una terapia multidimensional que procure entrenar nuevamente un cerebro que aprendió algo totalmente anormal, pues la adicción, en última instancia, es una enfermedad de aprendizaje.

La probabilidad de recuperación es similar a la de la diabetes y puede controlarse para mejorar la calidad de vida. En consecuencia, la recaída no debe considerarse como el fracaso del tratamiento; sólo indica que éste tiene que repetirse, si entendemos que la adicción es una enfermedad y que la recaída forma parte de ella, un tratamiento exitoso no debe medirse sólo por la abstinencia, sino por la disminución de las recaídas, así como de su gravedad y duración.

Entre los factores negativos se encuentran, los padres adictos, la pobreza extrema, la mala nutrición, la falta de ejercicio, así como un ambiente que no sea confiable para los chicos y, desde luego, un entorno de violencia.

Proteger a los adolescentes de las drogas es fundamental, pues toda la evidencia de salud pública nos habla de un riesgo mayor" en la adolescencia.





SOBRE EL AUTOR:

VERÓNICA GUERRERO MOTHELET. Periodista, divulgadora y traductora. Durante los últimos doce años ha publicado columnas, artículos y reportajes sobre ciencia en diversos medios impresos, y ha impartido talleres y conferencias sobre los “nuevos paradigmas de la ciencia”. En 2002 fue invitada por el gobierno de Suecia, como representante de la prensa científica mexicana, para conocer los avances en la investigación de las células madre y actualmente colabora para la sección de noticias de la revista especializada Nature Biotechnology.

¿PORQUE ELEGI ESTE TEMA?

El otro día viendo un documental acerca de la adicción al azúcar, comentaban que en un experimento con roedores de laboratorio, tenían una jeringuilla con cocaína y agua azucarada, el roedor podía elegir entre oprimir dos botones, el de la derecha le administra una carga de cocaína y el de la izquierda les da a beber agua azucarada, sorpresivamente el animal elige el agua azucarada por encima de la cocaina, siendo el azúcar mas adictiva que la cocaína.

Es por eso que decidí leer sobre como se generan las adicciones, como se procesan en el cerebro y es que no solamente hay adicciones a las substancias, las personas son adictas a muchas cosas incluso a las relaciones conflictivas. Este articulo menciona que es la dopamina la substancia culpable, que se segrega a nivel cerebral que nos hace sentir placer por ciertas cosas.


Fuente: 
Verónica Guerrero Mothelet. (2013). El cerebro adicto. 17 de noviembre de 2015, de ¿Cómo ves? Revista de la divulgación de la UNAM Sitio web: http://www.comoves.unam.mx/numeros/articulo/177/el-cerebro-adicto

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